
Un crudo diagnóstico desde Nayarit acusa al gobierno de Morena de una indiferencia que enferma, mientras la población enfrenta la soledad y la falta de medicinas.
En medio de la creciente crisis de salud que azota a Nayarit, el PRI local ha lanzado una crítica mordaz contra la administración de Morena, señalando una cruda realidad que, según ellos, el gobierno se niega a ver. Lejos de la retórica política habitual, el mensaje del partido se centra en el dolor de la gente: el aumento de casos de COVID-19, la escasez de medicamentos y la omnipresencia de enfermedades que, a su juicio, se han convertido en la pesada carga de los ciudadanos. Es un grito desesperado que busca romper el muro de la indiferencia y colocar el bienestar de la gente en el centro del debate, evidenciando que, para el PRI, la salud se ha convertido en el principal termómetro del fracaso de un gobierno.
La acusación del PRI es contundente: «la indiferencia del gobierno enferma y no permite avanzar». Esta frase, más que una simple crítica, es un señalamiento directo a una forma de gobernar que, según ellos, ha fallado en su responsabilidad más básica: cuidar a sus ciudadanos. Al no garantizar la salud, el gobierno de Morena ha traicionado la confianza de los nayaritas y ha dejado a la población en una situación de «soledad», donde cada familia lucha por su cuenta contra un sistema de salud colapsado. El PRI se posiciona, de esta forma, como la voz que denuncia una realidad dolorosa que, a su parecer, se ha gestado por la falta de empatía y la incompetencia de los actuales líderes.
El mensaje del PRI no se limita a la pandemia; va más allá, abarcando todas las «enfermedades que están a la orden del día». Esta generalización es una estrategia para señalar que el problema es sistémico y no se limita a un virus. Al vincular la falta de medicamentos y la negligencia gubernamental, el partido está construyendo una narrativa que cuestiona la capacidad de Morena para gobernar en cualquier ámbito. El lema #MorenaSeDesmorona no es solo un hashtag, sino la condensación de un sentimiento de desencanto que, según el PRI, crece entre la gente que ve cómo sus necesidades más urgentes son ignoradas.
En un contexto de alta polarización, la denuncia del PRI de Nayarit se convierte en una herramienta política que busca capitalizar el descontento social. Al centrar su discurso en la salud, el partido se posiciona como el defensor de la gente común, la que sufre las consecuencias de una gestión pública deficiente. El PRI está apostando a que, en un tema tan sensible como el de la salud, el dolor de los nayaritas será el catalizador de un cambio político. Su mensaje es claro: si el gobierno no puede garantizar lo más básico, no tiene el derecho de seguir gobernando.