El líder nacional del PRI advierte que centralizar las elecciones ignora las realidades territoriales de cada estado y abre la puerta a procesos carentes de legitimidad
En un análisis frontal sobre las implicaciones de la reforma electoral para la vida democrática de los estados, el Presidente Nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, calificó como un «despropósito en toda regla» la intención oficialista de desaparecer los órganos electorales locales. El líder político sostuvo que esta medida no solo representa un retroceso institucional, sino un ataque directo al federalismo que ha permitido a México atender las realidades políticas únicas de cada entidad.
Moreno Cárdenas advirtió que la centralización de la organización electoral debilita severamente la capacidad operativa y de vigilancia en los estados, incrementando los riesgos de improvisación en procesos clave. Según el líder priista, el modelo actual permite reconocer las particularidades sociales y territoriales que el centro suele ignorar, por lo que su desmantelamiento dejaría a las elecciones locales vulnerables y carentes de la legitimidad necesaria para mantener la estabilidad política regional.
“Centralizar la organización de las elecciones abre la puerta a procesos mal organizados, disputados y carentes de legitimidad”, sentenció el presidente del PRI, subrayando que el proyecto se «cocina en lo oscuro» para consolidar ventajas mañosas del partido en el poder. Para Alejandro Moreno, esta reforma busca un poder legislativo homogéneo, con menos voces disidentes y, por ende, menos controles para evitar los abusos desde la cúpula central.
Finalmente, el presidente nacional del PRI hizo un llamado a proteger el federalismo electoral como la última frontera contra el autoritarismo. Al señalar que México no necesita un partido atrincherado en el poder, sino un sistema que respete la voluntad plural de la sociedad, Moreno Cárdenas ratificó que el PRI se mantendrá como el principal defensor de la autonomía de los estados, impidiendo que la democracia sea sacrificada en el altar del control político centralizado.
